miércoles, 7 de abril de 2010

Escribir desde la semi-inconsciencia


Algunos escritores se refieren al proceso de creación como un momento de trance, en otras palabras como si alguien les dictase lo que tienen que escribir. Este llamado trance no es más que la concentración que logra el autor con el mundo imaginado.

Por tal motivo algunos profesores de creación literaria recomiendan a los autores principiantes que no piensen y escriban todo lo que les viene a la mente para que de esta manera puedan llegar a experimentar esa conexión con su yo interno.

Generalmente a los escritores les llegan las ideas por imágenes y las van escribiendo en la medida en que aparecen, sin tener una conciencia de lo quieren decir, es como un estado catártico de comunicación con su imaginación.

La imaginación es la secuencia de imágenes con las que el autor va creando una historia, independientemente de la necesidad de estructurar y organizar el material que escribe.

Algunos escritores comienzan una obra determinada por el final, otros por el medio y luego van reconstruyendo la anécdota y dándole un orden para que el lector la pueda entender. No necesariamente comienzan a escribir con una idea clara de la estructura.

Muchas veces el escritor termina una obra y no tiene conciencia de lo que quiso decir. Ni si esta debe de ser publicada o no, solo cuando pasa algún tiempo y vuelve sobre ella, es capaz de determinar qué hará con ella.

En ocasiones los autores sufren un bloqueo creativo y no pueden conectarse con el mundo de su imaginación, durante estos períodos, los escritores suelen sufrir porque el estado ideal de un creador es crear.

Lo recomendable en esos casos es que el escritor no se obsesione y se relaje, que salga a vivir despreocupadamente porque todas las experiencias nuevas le irán nutriendo, hasta que vuelva a encontrar la conexión que necesita a través de lo más simple, tal vez en una persona que cruza la calle o en una taza de café.

En otras palabras, cuando la imaginación se va, el autor debe salir a conquistarla como si fuese un guerrero que va a la pelea seguro de vencer. De seguro la encontrará en el mundo que le circunda o en su mundo interno y personal (recuerdos, sensaciones, lecturas).

Tal vez a un autor le de más placer escribir que ver una obra terminada porque cuando pone punto final a una historia es como si el mundo de su imaginación muriera y esto le produce tristeza. Entonces, en ese punto, no le queda más remedio que tratar de encontrar otro mundo imaginado para volver a estar en paz consigo mismo.

El llamado trance del escritor es un momento de éxtasis del creador porque imaginar mundos y lograr concentrarse en ellos, puede producir mucha felicidad.

Cuando un autor está comunicado con el mundo de imágenes que le trae la inspiración, se ausenta del mundo que le circunda, puede que le hablen, puede que existan ruidos, pero a él no sentirá porque está en trance, en catarsis.

Algunos escritores de obras famosas han realizado sus obras en medio de la adversidad, tal vez en la noche, al lado de la línea del tren, iluminándose con un farol. Todo es posible porque durante el momento de creación el artista está en comunión con su imaginación en estado pleno de concentración.

En conclusión, el trance de la creación no es más que la comunicación que establece el creador con el mundo imaginado y está se da cuando el escritor está inmerso en ese universo de imágenes que le vienen a la cabeza y escribe sin tener conciencia de lo que plasma en el papel, es como escribir desde el sueño, desde la semi-inconsciencia.

1 comentario:

Felix Anesio dijo...

Gracias por tu nuevo post. Parece que casi siempre sere el primero en comentarlo, pues me parece que dialogo con la escritora cuando lo hago. Fellini fue un ejemplo de creador cuando en su 81/2 no sabe que va a pasar ni que va a hacer en proximas escenas(capitulos)y al final resulta una de las mas grandes filmes de la historia. De acuerdo con empezar por donde sea, incluso tengo un nuevo cuento que fue inspirado en un paisaje local y sin la menor idea de la trama, la cual se fue edificando con mucho esfuerzo y que concluyo felizmente. Esto nunca me lo pude imaginar antes, y ya me ocurrio. Un saludo fraternal de Felix Anesio.

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